Londres fue uno de esos viajes que no se olvidan, no solo por la ciudad en sí, que ya es una pasada, sino porque fue de las primeras escapadas que hicimos con Aitor, que aún era muy pequeño. Íbamos con el carrito a cuestas, mil capas de ropa (¡qué frío hacía!) y muchas ganas de explorar 🧳🍼🧥

Recorrimos los clásicos: el Big Ben, la Abadía de Westminster, el Tower Bridge, y hasta nos dimos un paseo por la orilla del Támesis con el peque bien abrigadito. Ver la ciudad desde el London Eye fue brutal, aunque Aitor se quedó dormido justo antes de subir 😂🎡

Uno de los sitios que más disfrutamos fue Camden Town. Todo ese ambiente alternativo, los puestos de comida, la gente con estilos tan distintos… Nos pillamos unas hamburguesas callejeras mientras Aitor flipaba con las luces y los colores. También dimos un paseo por Hyde Park, que con niños es un lujo: espacio, ardillas y tranquilidad entre tanto ajetreo 🌳🐿️

Notting Hill fue otro planazo: casas de colores, mercadillos, y ese rollo tan de peli. Nos sentamos en una cafetería pequeña a tomar un té calentito mientras Aitor jugaba con las cucharas ☕😄

Y claro, cayó el clásico fish & chips, y más de un café para aguantar el ritmo. La lluvia nos pilló más de una vez, pero con el paraguas y el plástico del carrito íbamos más que preparados ☔👶

Londres con un bebé tiene otro ritmo, pero eso no le quita magia, al revés: te hace fijarte en cosas distintas, disfrutar los momentos con más calma y coleccionar recuerdos únicos. Nos fuimos con la sensación de haber vivido una aventura urbana en familia, y con ganas de volver cuando Aitor sea un poco más mayor para enseñárselo todo con otros ojos ❤️📸